Cuadro: "Añorando la media naranja"
Muchas parejas llegan a la consulta con
la queja de que no reciben del otro algo que les falta y que necesitan, sienten
que no les complementa y se sienten insatisfechos. Para este tipo de parejas en el caso de las
relaciones sexuales, por ejemplo, el goce es un goce compartido entre dos, para
ellos no existe un goce de uno y un goce del otro, creen que solo hay un mismo
goce en juego, como si el otro fuera más una parte de nosotros mismos que un
individuo. Es así como con ésta idea
esperamos del otro que goce de lo mismo que yo gozo, casi le exigimos que llegue al orgasmo al mismo tiempo que yo, que
sepa de antemano cuales son nuestros deseos sin pronunciar una palabra por
nuestra parte. Y no solo eso, sino que le pedimos que nos de lo que nosotros o
no aceptamos y/o no logramos para nosotros mismos. A las parejas les iría mejor si toleraran que
se trata de goces completamente diferentes: el de ella y el de él. El tiene una
relación con ella que no tiene nada que ver con la que ella tiene con él, ella
goza de unas cosas diferentes a las de él, de por sí sabemos que ella espera
ser amada y él deseado, aunque no puedan del todo. Cada uno es una persona única, semejante y
diferente al otro. La búsqueda de la
perfección estropea las relaciones de pareja y genera muchos problemas tanto en
la comunicación, como en la convivencia y las relaciones sexuales, y a su vez
es una manera de negar las “infinitas”
(depende del deseo de cada uno) y desconocidas posibilidades que podemos
desarrollar en nuestra vida y en nuestras relaciones. El síndrome de la media naranja genera
relaciones dependientes, donde se enfatiza el sentimiento de propiedad privada
sobre el otro.
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