miércoles, 10 de octubre de 2012

Contárselo o no contárselo

Chez le Père Lathuille (1879), Manet

¿Alguna vez le hicieron la promesa a un hombre, a una mujer, a una persona, de olvidarse de todos los amores y las relaciones que tuvieron en su vida?. ¿Para qué?, para ver si se podían relacionar, para conocer al otro, para enterarse con quién andaban iniciando una relación, sin juzgarlo o compararlo injustamente.  En la clínica de pareja nos encontramos con mucha frecuencia que no, por lo que a la nueva relación es frecuente ver como se le reclama, en la mayoría de los casos inconscientemente, asuntos pendientes, o se le exige que se comporte de una determinada manera que consideramos “buena” a partir de otra relación.  Y no solo eso, sino que también es frecuente observar cómo se piden el uno al otro contarse de sus historias pasadas hasta el más mínimo detalle íntimo, con el pretexto de que para conocerse hay que contárselo todo.  Contarle todo a la pareja deteriora la relación, le genera una exigencia al partenaire que no le compete y no permite descubrir no solo la novedad del otro, sino la novedad en nosotros mismos en esa nueva relación, nos mantiene en palabras anteriores.

“¿A QUIEN SE LE OCURRE CONTARLE A LA PAREJA LO QUE LE TIENE QUE CONTAR A UN PSICOANALISTA?”




lunes, 8 de octubre de 2012

¿Necesitamos o amamos?


The abduction of psyche, de Emile Signol

Amar y ser amado son posiciones diferentes, y no son lo mismo que hacer al otro necesario. No es cierto que cuanto más se necesita al otro más se lo ama, ya que cuanto más se le necesita, más se le somete.  La necesidad del otro produce que nuestra libido se fije o se detenga en un solo objeto amoroso a modo de demanda, una demanda basada en una necesidad que no puede ser satisfecha en su totalidad nunca.  Es más importante ser un sujeto deseante que un objeto de deseo, es más importante amar que ser amado, porque es el ejercicio del verbo amar lo que es necesario, no el otro.

“NO DEBEMOS CALMAR EL HAMBRE NUNCA”.


domingo, 7 de octubre de 2012

EL AMOR Y LAS RELACIONES SOCIALES



Marx dijo que la riqueza del ser humano son sus relaciones sociales. En realidad somos el conjunto de nuestras relaciones sociales, no en vano el dicho popular “dime con quién andas y te diré quién eres”. Y cuando hablamos de relaciones sociales podemos pensar en una, dos, tres, cuatro o muchas más. Algunos podrán decir que no es un problema de cantidad sino de calidad, pero también es un asunt
o de cantidad. Y no es que se esté enfatizando las relaciones múltiples de cualquier manera, ya que podemos tener muchas relaciones pero en realidad comportarnos con todas de manera neurótica, como si fuera una. Un hombre, por ejemplo, puede estar con muchas mujeres, cambiar constantemente de pareja y en realidad no cambiar nunca, porque siempre se está relacionando de la misma manera como con la madre. También hay mujeres que por el miedo a perder, fundado en la ideología de que algo tienen o les pertenece, son capaces de renunciar a sus amistades, a las relaciones sociales, a su trabajo, a sus aficiones, etc., con tal de no “perderlo”. Lo que no se imagina es que ese otro nunca fue suyo y más encima que cuando se enamoraron intensamente él se enamoró de ella precisamente con su mundo, sus relaciones, sus actividades. Cuando ella abandona toda su vida por su amor, algo que paradójicamente también en muchos casos se lo pide él, es despreciada porque ya no es de su interés.

“NO PONER NUNCA DE EXCUSA, EN EL TRABAJO, UN AMOR, PORQUE ME QUITARÁN EL AMOR Y NO ME DARÁN NINGÚN DINERO” .

miércoles, 3 de octubre de 2012

"Síndrome de la media naranja"



Cuadro: "Añorando la media naranja"

Muchas parejas llegan a la consulta con la queja de que no reciben del otro algo que les falta y que necesitan, sienten que no les complementa y se sienten insatisfechos.   Para este tipo de parejas en el caso de las relaciones sexuales, por ejemplo, el goce es un goce compartido entre dos, para ellos no existe un goce de uno y un goce del otro, creen que solo hay un mismo goce en juego, como si el otro fuera más una parte de nosotros mismos que un individuo.  Es así como con ésta idea esperamos del otro que goce de lo mismo que yo gozo, casi le exigimos que  llegue al orgasmo al mismo tiempo que yo, que sepa de antemano cuales son nuestros deseos sin pronunciar una palabra por nuestra parte. Y no solo eso, sino que le pedimos que nos de lo que nosotros o no aceptamos y/o no logramos para nosotros mismos.  A las parejas les iría mejor si toleraran que se trata de goces completamente diferentes: el de ella y el de él. El tiene una relación con ella que no tiene nada que ver con la que ella tiene con él, ella goza de unas cosas diferentes a las de él, de por sí sabemos que ella espera ser amada y él deseado, aunque no puedan del todo.   Cada uno es una persona única, semejante y diferente al otro.  La búsqueda de la perfección estropea las relaciones de pareja y genera muchos problemas tanto en la comunicación, como en la convivencia y las relaciones sexuales, y a su vez es una manera de negar las “infinitas”  (depende del deseo de cada uno) y desconocidas posibilidades que podemos desarrollar en nuestra vida y en nuestras relaciones.  El síndrome de la media naranja genera relaciones dependientes, donde se enfatiza el sentimiento de propiedad privada sobre el otro.