Chez le Père Lathuille (1879), Manet
¿Alguna vez le hicieron la promesa a un hombre, a una mujer,
a una persona, de olvidarse de todos los amores y las relaciones que tuvieron
en su vida?. ¿Para qué?, para ver si se podían relacionar, para conocer al
otro, para enterarse con quién andaban iniciando una relación, sin juzgarlo o
compararlo injustamente. En la clínica
de pareja nos encontramos con mucha frecuencia que no, por lo que a la nueva
relación es frecuente ver como se le reclama, en la mayoría de los casos
inconscientemente, asuntos pendientes, o se le exige que se comporte de una
determinada manera que consideramos “buena” a partir de otra relación. Y no solo eso, sino que también es frecuente
observar cómo se piden el uno al otro contarse de sus historias pasadas hasta
el más mínimo detalle íntimo, con el pretexto de que para conocerse hay que
contárselo todo. Contarle todo a la pareja
deteriora la relación, le genera una exigencia al partenaire que no le compete
y no permite descubrir no solo la novedad del otro, sino la novedad en nosotros
mismos en esa nueva relación, nos mantiene en palabras anteriores.
“¿A QUIEN SE LE OCURRE CONTARLE A LA PAREJA LO QUE LE TIENE
QUE CONTAR A UN PSICOANALISTA?”